- Cuidado inicial: Lava la cacerola con agua caliente y un poco de detergente para quitar cualquier residuo de fábrica (puedes usar una esponja o un estropajo suave). Sécala completamente con un paño limpio.
- Aplicar aceite: Usa un aceite con un alto punto de humo (como el de canola, girasol o linaza) y aplica una capa delgada y uniforme sobre toda la cacerola, tanto por dentro como por fuera.
- Cocinar a temperatura alta: Coloca la cacerola al revés en el horno, con una bandeja o papel de aluminio debajo para recoger cualquier exceso de aceite. Hornea a unos 180-200 °C (350-400 °F) durante aproximadamente 1 hora.
- Dejar enfriar: Apaga el horno y deja que la cacerola se enfríe dentro del horno antes de retirarla.
Este proceso puede repetirse varias veces para crear una capa de curado más robusta. Con el tiempo y el uso, el curado mejorará y tu cacerola será más resistente y antiadherente.
Esto ayuda a crear una capa protectora de aceite sobre la superficie del hierro fundido, lo que:
- Previene la oxidación: El hierro es susceptible a la corrosión, y el curado crea una barrera que ayuda a prevenir el óxido.
- Mejora las propiedades antiadherentes: A medida que el aceite se va impregnando en los poros del hierro, se crea una capa antiadherente que facilita la cocción de alimentos y su posterior limpieza.
- Aumenta la durabilidad: El curado ayuda a que la cacerola dure más tiempo, al mantenerla protegida de daños y desgaste.
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